Los llaman "hombres de negro", sin miedo, sin embargo, son los últimos carboneros de Massa Trabaria, que todavía trabajan de manera tradicional en la producción de brasas y carbón vegetal en Borgo Pace.
Una actividad que está desapareciendo y que se transmite solo gracias a la experiencia y sabiduría de los antiguos carboneros: de hecho no existe una "receta" para hacer carbón ni se requiere el uso de herramientas tecnológicas, solo la experiencia personal y la de las anteriores generaciones pueden dar a luz el mejor producto bajo los guisos humeantes. El carbonero es sin duda una profesión en peligro de extinción, pero gracias a la fuerte tradición local que ha llevado a algunos jóvenes a acercarse a este trabajo, aún hoy es posible ver los grandes montones de leña consumiéndose lentamente bajo el característico humo.
Una costumbre que ha acompañado los días de verano en los alrededores de Borgo Pace durante siglos, especialmente a lo largo del valle que conduce a la aldea de Parchiule (link parchiule).
El proceso que lleva a un carbón de tan excelente calidad es largo y agotador, y como todas las cosas antiguas y genuinas, respeta los ciclos de la naturaleza.
En otoño e invierno los leñadores recogen leña en las laderas de los bosques del Alpe della Luna y en verano los carboneros se ponen en marcha, disponiendo la madera en una gran estructura piramidal alrededor de unos postes centrales que hacen de chimenea. Estas grandes estructuras que toman el nombre de "cotta" pueden tener hasta dos metros y medio de altura y pueden contener varios quintales de madera. El carbonero luego cubre la “cotta” con tierra y paja, cuidando de colocar las brasas en el centro: ahora comienza la fase más delicada, la de la combustión, controlada y regulada por las manos expertas del carbonero que sabe cuándo es necesario domar el fuego comprobando que no produzca daños, o crear, donde sea necesario, aberturas para favorecer la oxigenación. Este proceso puede durar hasta 15 días y, al final, con un gran rastrillo se separa de los residuos y se recoge el producto terminado, un carbón vegetal de excelente calidad, inodoro en combustión y que conserva su poder calorífico durante mucho tiempo, ideal en la cocina.
El fascinante trabajo de los carboneros fue contado con delicadeza por el fotógrafo Tonino Mosconi en su libro "La Favola dei Carbonai".