Si desde el pueblo de Figgiano se empieza a ascender, llegando a la cumbre por el cómodo camino de tierra o por el sendero que cruza el bosque, se llega a las piedras que, en su día, marcaron la frontera entre el Gran Ducado de Toscana y el Estado Pontificio.
Hoy esas piedras dividen la región de Las Marcas y la Toscana y aquí mismo, a 1000 metros sobre el nivel del mar, no lejos de una imponente cruz de hierro, se encuentra el Oratorio de la Colubraia, una pequeña iglesia fronteriza.
Está tan cerca de la frontera entre las dos regiones que una comisión de diputados del Estado Pontificio y del Gran Ducado de Toscana, reunida en 1787, había establecido que la iglesia estaba en el Estado Pontificio mientras que la habitación contigua (ahora utilizada como refugio para excursionistas) pertenecía al Gran Ducado de Toscana.
Esta posición particular de la Colubraia, en el pasado, la convirtió en un lugar de encuentros y relaciones, no exactamente de buen vecindario, entre los marquesanos y los toscanos, que se reunian aquí cada 5 de agosto para celebrar la Madonna della Neve y cada domingo de Pentecostés.
El Gran Ducado de Toscana se vio obligado a emitir una ordenanza cuyo texto prohibía el uso de "cualquier tipo de arma, tanto de fuego como de corte; así como vender algún tipo de Comestibles, y en especial Vinos, ya que la venta de ,semejantes productos puede ser causa de Motines, Asesinatos y otros graves sucesos”.
Hoy la Colubraia es un lugar mucho más tranquilo, de paz y contemplación. En el interior de la iglesia se pueden admirar los frescos de Bruno Radicioni, un conocido artista de Fano cuyas pinturas se exhiben en Nueva York, Toronto, Moscú, París, Roma, Milán y el aeropuerto de Montreal. En un período particular de su vida Radicioni sintió la necesidad de retirarse aquí en Figgiano y pintó un Cristo con los santos muy particular: todos los rostros de los apóstoles son tomados por carboneros, leñadores y habitantes de la aldea. Además de los frescos del Oratorio de Colubraia, en las paredes de la casa rural “Il Ginepro” y de la pequeña iglesia de Santa Lucía se pueden encontrar otras obras suyas que demuestran su amor por estos lugares.